Las primeras manifestaciones del ser humano relativas a la química se relacionan con actividades prácticas, como la cocción de alimentos y la metalurgia. Para el año 1200 a. de C. egipcios y babilonios habían alcanzado gran perfección en la aplicación de estas técnicas, siendo maestros en el manejo del vidrio y de metales como el oro, la plata y el hierro. No obstante, estos pueblos dieron poca importancia a la elaboración de una base teórica que soportara estos quehaceres cotidianos.
En el siglo VI a. de C. surgen en Grecia las primeras teorías sobre la composición de la materia, gracias a filósofos como Tales de Mileto (625-545 a. de C.) y Anaximandro (611-547 a. de C.). Sus ideas fueron retomadas más tarde por Aristóteles (383-322 a. de C.) en la denominada teoría de los cuatro elementos, según la cual, tierra, agua, aire y fuego, al combinarse conformaban la materia y definían las cualidades fundamentales de los cuerpos. Años después, en el siglo V a. de C., Demócrito y Leucipo propusieron que la materia estaba compuesta por unas partículas mínimas indivisibles, a las que llamaron átomos.
La alquimia (500-1600 d. de C.)
Como resultado de la fusión entre el dominio técnico de los egipcios y la elaboración teórica y fi losófi ca de los griegos, surgió la alquimia. Los alquimistas, a diferencia de sus predecesores, no solo
deseaban comprender el mundo natural, sino que además buscaban la perfección en sí mismos. Este ideal se hallaba materializado en el oro. Por ello, los alquimistas encaminaron gran parte de sus esfuerzos a la manipulación de los metales y de un sinnúmero de sustancias con capacidad para interactuar con éstos y especialmente a la búsqueda de la piedra filosofal, compuesto mágico que podía transformar los metales en oro, así como proporcionar la eterna juventud.
Por esta senda, desarrollaron y perfeccionaron diversos instrumentos y métodos, los cuales han llegado a nosotros a través de términos como alcohol, baño de María, alambique, destilación y sublimación.
Surgimiento de la química moderna
Para los hombres de ciencia del siglo XVIII, la teoría de los cuatro elementos ya no era suficiente para explicar la composición y el comportamiento de la materia. Por ejemplo, los avances en el conocimiento de los gases ponían en duda que el aire fuera un elemento en lugar de un conjunto de diferentes sustancias.
Era una época en la que nada se daba por sentado, todo debía ser medido, pesado y comprobado. El representante más destacado de esa tendencia fue el químico francés Antoine Lavoisier (1743-1794), quien sentó las bases de la química moderna, al establecer que la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma, y demostrar que el aire, el agua y el fuego no eran elementos.
Siglos XIX y XX
Durante el siglo XIX la investigación en química se centró en dilucidar la naturaleza de la materia. Así, John Dalton (1766-1844) presenta la primera propuesta consistente sobre la estructura atómica, que luego es complementada por Ernest Rutherford (1871-1937) (fi gura 3), con lo cual empieza a entreverse que el átomo se compone de partículas más pequeñas y que no es indivisible, como lo indica su nombre. Basado en estos trabajos, Niels Bohr (1885-1962) propone el sistema planetario del
átomo, modelo precursor del aceptado actualmente. Basado en todo el conocimiento acumulado sobre los elementos químicos, Dimitri Mendeleiev (1834-1907) organiza la tabla periódica de los elementos, con base en sus pesos atómicos.
El siglo XX es un período de grandes cambios. En 1905, Albert Einstein (1879-1955) presenta la teoría de la relatividad, con lo cual sacude las bases teóricas de la física y la química. En las primeras décadas del siglo, los esposos Marie y Pierre Curie estudian el fenómeno de la radiactividad y descubren dos nuevos elementos: el radio y el polonio. En la segunda mitad del siglo XX la atención de los químicos se enfoca hacia el estudio de las partículas subatómicas y la fabricación sintética de diversos materiales, como los plásticos y los superconductores. Finalmente, el misterio de la vida encabeza las investigaciones en genética y biología molecular. Así, en 1953, Francis Crick y James Watson resuelven la estructura tridimensional de la molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico), base para comprensión del lenguaje de la vida. Posteriormente, en 1996, es presentado al mundo el primer organismo clonado. Es así como la humanidad recibe el siglo XXI con un complejo pero inevitable conflicto ético relacionado con el papel de la ciencia en la sociedad.
Aportes de Lavoisier
El trabajo de científicos como Carl Wilhelm Scheele (1742-1786), Joseph Priestley (1733-1804) y el mismo Lavoisier permitieron reconocer que el aire no era más que una mezcla de varios gases, y fue Lavoisier quien descubrió que uno de ellos (al que llamó oxígeno) era el responsable de la combustión.
Al llevar a cabo numerosas reacciones de combustión en recipientes cerrados donde nada podía entrar ni salir (en especial, el aire) y al registrar cuidadosa y meticulosamente la masa de las sustancias empleadas, Lavoisier observó que, sin importar qué material quemara dentro de sus recipientes, la masa, antes y después de la combustión, permanecía sin variación.
A partir de sus experimentos, Lavoisier encontró que estas observaciones no sólo pueden aplicarse a las reacciones de combustión, sino que pueden extenderse a toda transformación química. Con base en estas observaciones, propuso una generalización que se conoció como el principio de conservación de la masa, que después se convirtió en la Ley de conservación de la materia. Esta ley establece que durante una transformación química, sea una combustión o cualquier otra, la masa total de las sustancias es la misma antes y después de que ocurra la transformación. Esta ley suele enunciarse así: “La materia no no se crea ni se destruye, sólo se transforma”.
Obtenido de:
Ciencias 3. Química. Armando Marín Becerra y Ana Sofía Varela Gasque. México : Correo del Maestro, 2014.
Hipertexto Santillana. Química. 2010 EDITORIAL SANTILLANA S.A.
Ciencias 3. Química. Armando Marín Becerra y Ana Sofía Varela Gasque. México : Correo del Maestro, 2014.
Hipertexto Santillana. Química. 2010 EDITORIAL SANTILLANA S.A.
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